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Las despec_hadas

Crueladevilla

POEMA DEL DESENCANTO

Poema del Desencanto

    Y comenzaremos juntos un viaje hacia la aurora.
    Como dos fugitivos de la misma condena.
    Lo que ignoraba antes no he de callarlo ahora;
    No valías la pena.

    Ya llegaba el otoño y ardía el mediodía.
    Sentí sed. Vi tu copa. Pensé que estaba llena,
    Pero acerqué mis labios y la encontré vacía.
    No valías la pena.

    Te di a guardar un sueño pero tú lo perdiste,
    O acaso abrí mis surcos en la llanura ajena.
    Es triste pero es cierto. Por ser cierto es tan triste.
    No valías la pena.

    Fuiste el amor furtivo que va de lecho en lecho,
    Y el eslabón amable que es más que una cadena.
    Pero hoy puedo decirte, sin rencor ni despecho;
    No valías la pena.

    Me alegré con tu sonrisa; me apené por tu llanto,
    Sin pensar que eras mala, sin creer que eras buena.
    Te canté en mis canciones y a pesar de mi canto.
    No valías la pena.

    Me queda el desencanto del que enturbió una fuente,
    O acaso el desaliento del que sembró en la arena.
    Pero yo no te culpo. Te digo simplemente;
    No valías la pena.


 

el esposo infernal

El Esposo Infernal

Oigamos la confesión de un compañero de infierno. "Oh divino Esposo, Dueño mío, no rechaces la confesión de la más triste de tus siervas. Estoy perdida. Estoy borracha. Estoy impura. ¡Qué vida!
"Perdón, divino Señor, ¡perdón! ¡Ah! ¡Perdón! ¡Qué de lágrimas!
¡Y qué de lágrimas aún, más adelante, espero! "Más adelante ¡conoceré al divino Esposo! Nací sometida a Él. - ¡Ya puede pegarme el otro ahora! ¡Oh amigas mías!… no, no amigas mías… Nunca delirios ni torturas semejantes… ¡Qué tontería!
"¡Ah! ¡Estoy sufriendo, grito! Estoy sufriendo de verdad. Todo, no obstante, me está permitido, cargada con el desprecio de los más despreciables corazones.
"En fin, hagamos esta confidencia, aun a riesgo de tener que repetirla otras veinte veces, - ¡igual de tétrica, igual de insignificante!
"Soy esclava del Esposo infernal, del que perdió a las vírgenes necias. Es ése, y no otro demonio. No es ningún espectro, no es ningún fantasma. Pero a mí, que he perdido la prudencia, que estoy condenada y muerta para el mundo -¡nadie me matará

con este texto de ARTHUR RIMBAUD comienzo mi andadura  ..